Bienestar
¡Dejemos de sabotearnos y comencemos por casa!
por: MALA
“No le cocina a mi hijo”, “no plancha ni una camisa”, “No es capaz ni de hacerle un café”. Admitámoslo que en más de una ocasión hemos escuchado esas frases y poco o nada podemos hacer con las señoras que piensan así, pero las que ahora somos mamás o que pronto lo seremos, sí podemos hacer algo.
Recientemente se hizo viral en algunas redes sociales un post que dice: “Mujeres ustedes no son el centro de rehabilitación de hombres que han sido criados erróneamente. No es su trabajo arreglarlos, cambiarlos, o criarlos. Ustedes quieren un compañero de vida, no un proyecto de labor social” (no me queda claro, después de una ardua búsqueda, si realmente lo dijo Julia Roberts o quién lo hizo). Pero a raíz de ello maduró mi intención de escribir sobre un tema que viene dando vueltas en mi cabeza ya desde hace algún tiempo. Si bien este post puede significar muchas otras cosas y hasta más profundas, a mí me llevó a pensar sobre un tema específico con relación a la educación de los hijos (hombres). Poco o nada podemos hacer con los adultos, difícil cambiarlos y como bien dice la cita no es nuestro trabajo, pero sí lo es cuando somos mamás. Así que nosotras debemos tomar consciencia y cortar ciertos patrones.
No cabe duda, sobre todo en sociedades como la nuestra, que el machismo se aprende en casa y es totalmente reforzado por la sociedad en general. Me imagino que a muchas les sonará familiar el hecho de que por ser mujeres éramos quienes teníamos la obligación de poner y levantar la mesa, y si no había ayuda en casa, también debíamos lavar, limpiar, etc. Nada mal con esto, al final vivíamos ahí así que debíamos ser parte y cooperar con nuestra mamá, el tema es ¿por qué mi hermano no levantaba su plato o ayudaba en los quehaceres del hogar? Pues simplemente así era y lo que es peor es que todas esas acciones nos llevaron a suponer que así debía ser; que es la mujer quien debe hacerse cargo y por ello asimilamos estas situaciones como algo natural.
Las mujeres solemos sabotearnos solas, educamos a nuestras hijas de una forma y a los hijos de otra.
La mayoría de las mujeres en la actualidad trabajamos no solo por un tema de realización profesional, sino porque somos parte fundamental de la economía del hogar, entonces el hecho de llegar a casa y tener toda la carga de los quehaceres, no es nada fácil. Desde que amanece hasta que anochece continuamos haciéndonos cargo de todo o casi todo, por supuesto no en todos los hogares, pero sí en una gran mayoría. No quiero decir que quienes trabajamos fuera de casa, esperemos a que alguien se apiade y se haga cargo de todas las actividades en el hogar que como mamá nos toca; en realidad el punto es que todas esas actividades corresponden a ambos. El hombre debe ser parte y no se debe entender cómo una “ayuda” y con ello me refiero a todo: a criar, a mantener en orden la casa, a llevar y traer a nuestros hijos de sus actividades, a levantar y poner la mesa, entre otros. Pero para que esto suceda debemos educar a los hijos para ello y ojalá empecemos a tener una consciencia real de esto, pues las mujeres solemos sabotearnos solas, educamos a nuestras hijas de una forma y a los hijos de otra.
Seguramente te sonará familiar y has escuchado en muchas ocasiones a algunas señoras decir: “no atiende bien a mi hijo”, “no lava, ni plancha la ropa de mi pobre hijo”, “No es capaz de nada, es una inútil”, etc. Con estas señoras poco o nada se puede hacer, pero sí con las generaciones que se están educando y formando ahora. Todos formamos parte de un hogar: mamá, papá e hijos, indistintamente del género.