Bienestar

¡Somos padres, no entrenadores, ni profesores!

por: Mónica Luján

Hay que respetar la personalidad y las aptitudes de un hijo, y jamás se debe permitir que las expectativas propias generen presión.  Hay ciertas actitudes que pueden causar angustia, tristeza o estrés y que afectan la psiquis de los pequeños o adolescentes.

Se critica si hay demasiada permisividad o demasiada exigencia y es que educar no es tarea fácil. Al final se cometen errores por descuido y otros por exceso. Pero más allá de eso, existe un afán, en la actualidad, por dotar a los hijos de todas las herramientas posibles para asegurarles un futuro exitoso en todos los ámbitos; pero ojo con ello, ya que se puede caer en el error de convertirlos en chicos estresados y agotados.

Seguramente te has topado con un papá o una mamá que parece ser más un entrenador, director técnico o profesora de ballet y aunque podría parecer que es porque se dedica más a él o ella y que el problema es solo de su hijo(a), podría no serlo también, porque puede afectar a todo un equipo si de deportes se trata o igualmente en aquellos individuales, ya que la presencia de este tipo de padres durante los partidos, entrenamientos, ensayos o presentaciones cohíbe a todo el entorno también.

Cuando los hijos se dedican a un deporte o a una disciplina, por supuesto que, además de mantenerlos activos y ocupados, los papás también sueñan con que sean buenos en lo que hacen, por ello, se sienten en el pleno derecho de “fomentarlos” y “dirigirlos” para que se esfuercen más. Sin embargo, en algunos casos, las expectativas de los padres por muy buen deportista o aptitudes que tenga, suelen ser muy altas, ejerciendo una presión exagerada en sus hijos y ello, tiene consecuencias muy negativas.

Recientemente, una colega me comentaba que su hijo entrena fútbol y que se ha vuelto un tanto desagradable ir a ver los partidos porque el papá de un niño en particular, parece gozar de otros privilegios que el resto de los mortales no los tenemos. “Entra a la cancha y dirige desde ahí a su hijo. Todos los papás vemos los partidos desde las graderías y en principio sentía pena por el chico porque se notaba la presión del padre que más parece su entrenador que un papá que fue alentar y a apoyar a su hijo independientemente del resultado, pero con el tiempo comenzó a molestar al resto del equipo”.

«Mi papá da las directrices desde el borde de la cancha, me corrige cuando termina el entrenamiento y contradice las indicaciones de mi entrenador. Desde que comencé a jugar, lo recuerdo en todos los entrenamientos y esto me agota. A veces siento que quiero dejarlo todo».

Esto sucede en todos los deportes y también a nivel de estudios. A veces puede ser solo el padre o la madre, o ambos, que dejan de ver el deporte o su desarrollo académico como una actividad constitutiva a largo plazo y solo las aprecian por los resultados, metas y logros a corto plazo. Lamentablemente, este tipo de actitudes no son percibidas como malas por ellos mismos y creen que están formando «campeones» y personas exitosas a como de lugar.

“La exageración a realizar un buen rol paterno muchas veces conlleva a situaciones de conductas sobreprotectoras, invasivas, muy críticas que pueden llegar a lo patológico, cuando los padres o uno de ellos sobre estimula las capacidades de los hijos, queriendo que ellos sobresalgan en actividades como deportes, juegos, competencias educativas artísticas, entre otras”, dice la psicóloga Cristina Rubín de Celis.

Son padres que no tienen establecidos límites en su rol, que tratan de esconder grandes complejos, están desorientados en cómo generar el éxito en sus hijos, ignoran el daño psicológico que realizan y a menudo adoptan conductas erróneas como anular las competencias y capacidades de los hijos enseñando una y otra vez, y exigiendo perfección de manera crítica y manipuladora.

“Generalmente estos padres controladores, sobre exigentes, invierten mucho dinero y tiempo en sobrecargar de actividades a los hijos para demostrar su “buen rol” en su educación, pero descuidan como anteriormente mencioné, el bienestar psicológico de los mismos. Se tiene que aclarar que no todos los esfuerzos y tiempo invertido generaran los resultados esperados por éstos padres, ya que no todos los hijos responderán positivamente a las sobrecargas y sobre exigencias por la resistencia y el estrés causados, lo que ocasionará, por el contrario, un desgaste emocional”, explica la psicóloga.

«Mi mamá siempre soñó con que sea bailarina. Entré a la academia a los 5 años. Desde los primeros años ella esperaba que yo fuera la principal y si no lo logró ella se siente decepcionada. Estoy cansada y siento que ya no disfruto»

Rasgos y actitudes de este tipo de papá:

• Son padres que estudian con los hijos
• No aceptan las limitaciones
• Controlan el tiempo
• Exageran en la capacidad real de sus hijos
• Suelen llevarlos a clases de reforzamiento extra académico constante y sobre estimulan áreas de aprendizaje y con el deporte sucede lo mismo
• Revisan y corrigen sus trabajos, hacen tareas con ellos, se quedan en el colegio y hablan con los profesores sobre el seguimiento académico de los hijos cada semana
• Llevan y participan con los hijos en todas sus actividades.
• Tratan de manipularlos para conseguir el éxito del grupo si su hijo está incluido dentro de alguna competencia o logro académico
• No permiten que los hijos tengan un tiempo de ocio.

Consecuencias

El problema, según la psicóloga Rubín de Celis, es que los hijos de padres con los rasgos mencionados, se acostumbran desde pequeños a la anulación de sus logros, ocasionando:
• Dependencia a la aprobación de los padres
• El hijo se siente inseguro, ansioso y angustiado sin la presencia de los padres.
• Les costará relajarse, ya que la sobre estimulación en el aprendizaje que los padres ejercen sobre ellos, provoca efectos colaterales como:
• Problemas en la concentración
• Ansiedad
• Onicofagia que es el hábito de comerse las uñas, generalmente de los dedos de las manos.
• Sobreexcitación
• Incluso podrían tener síntomas de depresión por el exceso de actividad
• Trastornos de sueño, lo que causará cansancio a nivel corporal y psico emocional Desmotivación académica
• Mal humor
• Llanto
• Ataques de ira
• Baja autoestima
• Poca tolerancia a la frustración
• Trastornos en la alimentación
• Sentimientos de incapacidad y falta de autonomía.


Cuando un papá o mamá cuenta orgulloso que su hijo es el mejor en el colegio, universidad o que va camino a ser una estrella nacional del deporte, uno siente que los está ayudando. Pero ese apoyo puede convertirse en una presión negativa

En síntesis, son hijos que no conocen la libertad de pensamiento, por lo tanto, les costará tomar decisiones y el sufrimiento al que les conduce esta dependencia, de sobre exigencia paternal, contribuirá a que busquen o atraigan a personas que puedan ejercer de alguna forma manipulaciones, control excesivo, co dependencia afectiva emocional, o por el contrario, pueden llegar a ser personas que quieran ejercer control absoluto sobre otras desde sus actividades, relaciones sociales, y desempeño.

“Cabe recalcar, que como padres tenemos la responsabilidad de guiar y educar a nuestros hijos a que formen su vida de acuerdo a sus potencialidades y competencias, gustos y preferencias, no subestimar sus alcances, al contrario, apoyar y motivar a que logren sus objetivos y anhelos, pero no para satisfacción nuestra, sino velando el bienestar del hijo”.

En muchos casos los hijos han terminado por renunciar al deporte que practican porque simplemente no toleran la exacerbada presión.

Si te has identificado tú y tu pareja con algunos rasgos deberías buscar apoyo psicoterapeútico. La intención no es criticar, ni juzgar, sino simplemente reflexionar sobre lo qué es lo mejor para los hijos y familia en general.

Recuerda que el afecto es necesario para transmitir seguridad a los hijos. Sentirse querido y aceptado contribuye positivamente a la formación de un buen autoconcepto y autoestima. Por otro lado, la comunicación genera frecuentes diálogos llegando más fácilmente a saber las inquietudes, inseguridades e intereses de los hijos.

A veces cuando un padre grita a su hijo animándolo a que corra más rápido o que haga los mejores tiros durante un entrenamiento o partido, habrá que preguntarse si estará tratando de vivir sus propios sueños deportivos frustrados a través de su hijo.

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